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La espiritualidad como fuerza ante la crisis climáticaBy Estefanía Muriel for Ruta Pantera on 10/16/2025 8:28:16 AM |
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| La espiritualidad como fuerza ante la crisis climática Cuando Rainn Wilson aceptó la invitación para reflexionar sobre el cambio climático, no lo abordó como un problema meramente técnico o político: lo entendió como una cuestión de profundidad interna. En su diálogo con The New York Times, el actor reconoce que el cambio climático “no es solo un problema ambiental, es un problema espiritual”. Esta afirmación funciona como un llamado urgente: si no cambiamos nuestras formas de relacionarnos con el mundo natural, el colapso será más profundo que el físico. Wilson subraya que muchas respuestas convencionales al cambio climático —políticas, tecnológicas, económicas— han dejado de lado ese vínculo perdido entre humanidad y naturaleza. En su visión, recuperar la espiritualidad requiere reconocer “la sacralidad del planeta”, una transformación interna que podría legitimar —y fortalecer— la acción externa. Según él, “la misma fe que nos impulsa a amar a nuestros semejantes puede extenderse al resto de las criaturas vivientes y al suelo, al agua, al aire”. No se trata de una postura abstracta. Wilson invita a revisar prácticas como la meditación, la contemplación y la gratitud por el mundo natural como herramientas para cultivar una nueva ética ecológica. Pero también insiste en el riesgo: “Si no incorporamos esa dimensión, seguiremos repitiendo políticas que fracasan porque operan como si el planeta fuera una máquina”, advierte. | ||||
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Hacia una convergencia de acción interna y externa El actor evoca ejemplos concretos. Señala que algunos movimientos por el clima adoptan posturas —rígidas, polarizadas— que terminan deslegitimando la causa ante públicos diversos. En contraste, Wilson cree que cuando alguien se abre a la espiritualidad ecológica, emerge una forma de compromiso más profunda y sostenible. “No podemos esperar un sacrificio si no hay un sentido del asombro que nos impulse”, dice con convicción. Wilson advierte también sobre el papel del liderazgo moral. En su opinión, las figuras públicas y los activistas deben ofrecer más que cifras apocalípticas: deben invitar a un reencantamiento del mundo. Solo así —propone— las soluciones políticas y tecnológicas podrán sostenerse en el tiempo. “La forma en que nos amamos mutuamente y nos vinculamos con la Tierra será la medida de nuestro éxito”, afirma. Este enfoque no borra el rol de la ciencia ni de las políticas de mitigación y adaptación, sino que propone que su implementación vaya acompañada de un cambio cultural profundo. En la era del tifón, de las olas de calor extremas y de las sequías, Wilson sugiere que no bastará solo con innovaciones técnicas: necesitamos también un despertar moral. En su reflexión final, el actor invita a reconocer una verdad esencial: el cambio climático es el síntoma de una enfermedad espiritual. Al recuperar el asombro por lo vivo, al rescatar los sentidos del cuidado y de la interdependencia, quizá podamos construir una respuesta que trascienda lo urgente y alcance lo transformador. Y en ese territorio —entre el exterior y el interior— reside, para Wilson, la posibilidad verdaderamente duradera de sanar al planeta y a nosotros mismos. | |||
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